La enfermedad mental y la incapacidad
laboral permanente
Los
cambios de estación y especialmente el otoño, suelen ser detonantes para el
aumento de los trastornos ansioso depresivos y las enfermedades mentales en
general por todos los cambios ambientales y emocionales que conllevan. No
obstante, los causantes de las patologías psiquiátricas suelen ser muy diversos,
y algunas veces ni siquiera tienen una explicación clara. Se trata de
enfermedades que limitan de una forma muy importante las actividades de la vida
diaria de las personas e incluso la realización del trabajo.
La
situación que llevamos años padeciendo de crisis económica, social y laboral también potencia su
incidencia. Por ello, creemos que es un buen momento para realizarnos algunas
preguntas sobre incapacidad laboral relativas a este tipo de enfermedades tan
graves que incluso pueden llevar a una persona a quitarse la vida. Como
desgraciadamente ocurre en numerosas ocasiones, la enfermedad mental está
diagnosticada en un 90% de los suicidios declarados.
Una
de las grandes dificultades a las que nos enfrentamos para que se reconozca la
incapacidad laboral a la persona que padece un trastorno psiquiátrico, se
deriva de que, por su propia esencia, resulta muy difícil de objetivar y
graduar. Por decirlo de alguna forma, no existe una imagen radiológica que
determine la gravedad de la enfermedad. Sin embargo, sí que existen
determinados tests o pruebas médicas que pueden acreditarla. Tal vez por esa dificultad de prueba es mas frecuente la desestimación de la
incapacidad permanente en este tipo de enfermedades.
¿Y cómo
se puede conseguir acreditar la severidad de esta enfermedad? Es importante
que los facultativos que tratan a las personas con este tipo de patologías, a
la hora de realizar sus informes, conozcan la graduación de la patología a
nivel legal y jurisprudencial, la incluyan en sus informes, describan con
detenimiento toda la clínica que presenta el enfermo en cuestión, el tiempo de
duración de la enfermedad, la cronicidad e irreversibilidad de la misma, junto
con las limitaciones que provoca en las capacidades del trabajador. Además, hay
que tener en cuenta que pocas veces se presentan en solitario, siendo lo normal
que exista un conjunto de enfermedades, que muchas veces las provocan o las
agravan, siendo necesario que se establezca su relación en los informes y que hayan
de valorarse de forma conjunta.
Refiriéndonos
aisladamente a la patología mental, existen diversos criterios establecidos
jurisprudencialmente que determinan que la enfermedad es tributaria por sí sola
del reconocimiento de la incapacidad permanente.
¿Cuándo
se considera incapacitante la patología mental? El trastorno
psiquiátrico ha de ser mayor, grave, progresivo y persistente, para que se deba
determinar la incapacidad laboral, entendiéndose en estos casos que con la
pérdida de aptitud psicofísica necesaria para poder desarrollar una profesión
en condiciones de rentabilidad empresarial, no a costa de su magnanimidad. Es
decir, si no se puede realizar una actividad laboral rentable, no existe
capacidad laboral.
Sin embargo, pocas
veces dichas enfermedades aparecen solas y si están acompañadas por otras cuya sintomatología y limitaciones son
importantes, ello puede ser determinante para el reconocimiento de la
incapacidad, aunque el trastorno psiquiátrico no sea catalogado con las
características anteriores.
En cuanto al
grado, ¿Qué grado de invalidez suele conllevar? Este tipo de
patologías suelen ser tributarias de incapacidad permanente absoluta, es decir,
se considera que la persona no se encuentra en disposición de realizar ninguna
actividad laboral por liviana que fuera, rara vez se considera que el grado de
total es suficiente para abarcar la reducción
de capacidad sufrida por el trabajador que la padece.
Se trata por
tanto de patologías de difícil prueba pero reconocidas por los Tribunales de Justicia como causa de incapacidad permanente. Es cierto que cuando el enfermo se encuentra con que la gravedad de su patología no es reconocida, existe la tendencia a no
persistir en el intento, por eso quiero dejar claro que se puede conseguir y se
debe luchar para paliar las dificultades sociales, económicas y
laborales que se derivan inexorablemente de estas enfermedades.