miércoles, 2 de noviembre de 2016

La enfermedad mental y la incapacidad laboral permanente
                                                       
            Los cambios de estación y especialmente el otoño, suelen ser detonantes para el aumento de los trastornos ansioso depresivos y las enfermedades mentales en general por todos los cambios ambientales y emocionales que conllevan. No obstante, los causantes de las patologías psiquiátricas suelen ser muy diversos, y algunas veces ni siquiera tienen una explicación clara. Se trata de enfermedades que limitan de una forma muy importante las actividades de la vida diaria de las personas e incluso la realización del trabajo.
           La situación que llevamos años padeciendo de crisis económica, social y laboral también potencia su incidencia. Por ello, creemos que es un buen momento para realizarnos algunas preguntas sobre incapacidad laboral relativas a este tipo de enfermedades tan graves que incluso pueden llevar a una persona a quitarse la vida. Como desgraciadamente ocurre en numerosas ocasiones, la enfermedad mental está diagnosticada en un 90% de los suicidios declarados.
             Una de las grandes dificultades a las que nos enfrentamos para que se reconozca la incapacidad laboral a la persona que padece un trastorno psiquiátrico, se deriva de que, por su propia esencia, resulta muy difícil de objetivar y graduar. Por decirlo de alguna forma, no existe una imagen radiológica que determine la gravedad de la enfermedad. Sin embargo, sí que existen determinados tests o pruebas médicas que pueden acreditarla. Tal vez por esa dificultad de prueba es mas frecuente la desestimación de la incapacidad permanente en este tipo de enfermedades.

             ¿Y cómo se puede conseguir acreditar la severidad de esta enfermedad? Es importante que los facultativos que tratan a las personas con este tipo de patologías, a la hora de realizar sus informes, conozcan la graduación de la patología a nivel legal y jurisprudencial, la incluyan en sus informes, describan con detenimiento toda la clínica que presenta el enfermo en cuestión, el tiempo de duración de la enfermedad, la cronicidad e irreversibilidad de la misma, junto con las limitaciones que provoca en las capacidades del trabajador. Además, hay que tener en cuenta que pocas veces se presentan en solitario, siendo lo normal que exista un conjunto de enfermedades, que muchas veces las provocan o las agravan, siendo necesario que se establezca su relación en los informes y que hayan de valorarse de forma conjunta.
     Refiriéndonos aisladamente a la patología mental, existen diversos criterios establecidos jurisprudencialmente que determinan que la enfermedad es tributaria por sí sola del reconocimiento de la incapacidad permanente.

 ¿Cuándo se considera incapacitante la patología mental? El trastorno psiquiátrico ha de ser mayor, grave, progresivo y persistente, para que se deba determinar la incapacidad laboral, entendiéndose en estos casos que con la pérdida de aptitud psicofísica necesaria para poder desarrollar una profesión en condiciones de rentabilidad empresarial, no a costa de su magnanimidad. Es decir, si no se puede realizar una actividad laboral rentable, no existe capacidad laboral.
 Sin embargo, pocas veces dichas enfermedades aparecen solas y si están acompañadas por otras cuya sintomatología y limitaciones son importantes, ello puede ser determinante para el reconocimiento de la incapacidad, aunque el trastorno psiquiátrico no sea catalogado con las características anteriores.

En cuanto al grado, ¿Qué grado de invalidez suele conllevar? Este tipo de patologías suelen ser tributarias de incapacidad permanente absoluta, es decir, se considera que la persona no se encuentra en disposición de realizar ninguna actividad laboral por liviana que fuera, rara vez se considera que el grado de total es suficiente para abarcar la reducción de capacidad sufrida por el trabajador que la padece.

 Se trata por tanto de patologías de difícil prueba pero reconocidas por los Tribunales de Justicia como causa de incapacidad permanente. Es cierto que cuando el enfermo se encuentra con que la gravedad de su patología no es reconocida, existe la tendencia a no persistir en el intento, por eso quiero dejar claro que se puede conseguir y se debe luchar para paliar las dificultades sociales, económicas y laborales que se derivan inexorablemente de estas enfermedades.

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